Fuente: Once Noticias

En México hay 2.2 millones de personas de 15 años y más ocupadas en trabajo doméstico remunerado

María Fernanda Ruiz y David Pérez de la O

Juana tiene 74 años y 46 de ellos los ha dedicado a trabajar como empleada del hogar en una casa. Está cansada, no sólo del trabajo mismo sino del maltrato del que ha sido víctima, porque “la señora”, su empleadora, la ha sometido a tratos indignos: desayuna apenas un café, come tarde y poco, no puede salir y cuando es buscada por sus familiares, es negada, relata su sobrina.

No goza de ningún derecho laboral, como contrato o seguro social.

El día que su sobrina fue hablar con ella, sólo se le permitió acercarse a la puerta, pero con la cerradura puesta. Por lo que decidió pedir ayuda en el Centro de Apoyo y Capacitación para Empleadas del Hogar (CACEH). En este momento, la sobrina de Juana está a la espera de volver a ver su tía, para ayudarla a salir de esa casa.

En México, según datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), en el primer trimestre de 2021, hay 2.2 millones de personas de 15 años y más ocupadas en trabajo doméstico remunerado, cifra que representa 4% del total de personas ocupadas.

Es una ocupación en la que prevalece la división sexual del trabajo: mujeres de 15 y más años ocupan 88% de los puestos de trabajo en esta actividad.

El trabajo doméstico ha sido históricamente invisibilizado, aunque las contribuciones al interior de los hogares y de las economías nacionales han sido de gran importancia, continúa situado “en el extremo inferior de los trabajadores de la economía del cuidado, ya que las jornadas de trabajo son muy largas y los salarios muy bajos”, advierte la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

Son las personas provenientes de los grupos más desfavorecidos las que suelen laborar en los hogares como empleadas domésticas, por ejemplo, mujeres que proceden de contextos rurales, que pertenecen a algún grupo étnico o mujeres afrodescendientes.

Algunos avances

Marcelina Bautista llegó a los 14 años a la Ciudad de México para trabajar, por recomendación, en una enorme casa. Provenía de un pueblo llamado Tierra Colorada, ubicado en Nochixtlán, Oaxaca. Al llegar no hablaba español sólo mixteco y durante largo tiempo padeció los estragos de la discriminación que viven las trabajadoras del hogar.

“Entendí que ese trabajo era bastante denigrante, pero yo no sabía cómo nombrar esas cosas, cuando trabajaba muchas horas o que me pagaban 250 pesos, que era muy poco, hace mucho tiempo. Ni siquiera me alcanzaba, tenía que apartar 5 pesos para ir y venir al trabajo. Entendí que era un trabajo que no me iba a dejar nada porque yo tenía otros sueños”, cuenta a Once Noticias.

Y es que Marcelina a los 18 años comenzó a estudiar con un grupo la Ley Federal del Trabajo y la Constitución.

“Las trabajadoras estábamos excluidas, aunque estábamos nombradas en la Constitución, no era claro y daba la oportunidad a empleadores para que nos sobreexplotaran. Los derechos estaban a voluntad de ellos”.

En 1988 participó en el primer encuentro regional organizado por trabajadoras del hogar en Colombia. Fue de gran importancia porque se conformó la Confederación Latinoamericana y del Caribe de Trabajadoras del Hogar.

Desde entonces empezó a estudiar sindicalismo y derechos humanos. Fue el espacio que le permitió definir lo que quería hacer en su vida: luchar por los derechos de las mujeres trabajadoras del hogar. Recordó que se sentaba en los parques y esperaba a las mujeres que iban a estudiar la primaria o a tomar talleres, en una escuela de CECATi, para compartir información. Logró reunir a cinco compañeras y su lucha la llevó a obtener becas con la Fundación MC Arthur.

El 10 de septiembre del 2000 se organizaron como Centro de Apoyo y Capacitación para Empleadas del Hogar, el CACEH, y en 2002 obtuvieron su registro. Sin embargo, fue hasta 2015 que se creó el primer Sindicato de Mujeres Trabajadoras del Hogar. Fue un sueño que consolidó años de lucha.

En la actualidad Marcelina es integrante del Sindicato, aunque durante tres años fue Secretaria. Ahora es directora del CACEH, lugar desde el cual continúa en la lucha para que se cumplan los pendientes que persisten.

Marcelina detalló a Once Noticias que hasta ahora se han logrado avances significativos, por ejemplo:

“Contamos con La Ley Federal del Trabajo en su capítulo XIII, en materia de personas trabajadoras de hogar. Ya tenemos ratificado el convenio 189, que después de 9 años de lucha al fin el gobierno actual lo depositó a la OIT y en julio de este año entró en vigor. También se está reformando la Ley del Seguro Social, aunque todavía seguimos con el plan piloto en su fase II”.

Señaló que están a la espera de que se incorporen todas las observaciones que han hecho las organizaciones civiles a esta nueva reforma de Ley del Seguro Social, aunque las personas empleadoras ya pueden dar de alta a las trabajadoras.

Pendientes y desafíos

Marcelina compartió que aún continúan pendientes muchas cuestiones, pero una de ellas es el papel y compromiso por parte del Estado.

“El estado no difunde la ratificación o la implementación del Convenio 189 de la OIT. El hecho de que las personas no sepan sus derechos, eso le da cierto poder a los empleadores para maltratar o explotar a las personas trabajadoras del hogar”, criticó.

Lamentó que en el contexto de emergencia sanitaria por COVID-19 se sigan violando derechos fundamentales laborales de las personas trabajadoras del hogar.

“Uno pensaría que el COVID-19 nos hubiera dejado un poco de conciencia de que las personas trabajadoras tienen necesidades. El seguros social, es una ayuda, pero no logra suceder, a veces las mujeres trabajadoras del hogar desconocen sus derechos. El Estado no hace su papel para concientizar a empleadores y que cumplan con otorgar contratos laborales”.

Señaló que en este contexto aumentaron los despidos injustificados y prevalece la discriminación, por lo que relató que es necesario enfatizar que el Estado haga cumplir a los empleadores tal como lo marca la Ley Federal del Trabajo y lograr que las personas obtengan salarios justos, indemnizaciones justas acorde a los años de trabajo, contratos laborales y prestaciones justas.

La ENOE 2021 estima que 96% de todas las personas ocupadas en el trabajo doméstico son trabajadores informales y 70% no tienen prestaciones laborales.

Marcelina dijo que el Centro de Apoyo y Capacitación para Empleadas del Hogar se encuentra en 10 estados al interior de la república y se dedican a dar capacitación técnica y formación a las personas trabajadoras del hogar.

Tienen una agenda nacional de 10 puntos que incluye, entre otras cosas, hacer campañas de sensibilización con personas empleadoras hacia una nueva cultura del trabajo en el hogar y garantías de los derechos humanos laborales de las personas, así como la lucha para promover los Convenios de la OIT: la ratificación del Convenio 190 y la Recomendación 206 de la OIT, para erradicar todo tipo de violencia y acoso en el mundo del trabajo.

Persisten desafíos en el reconocimiento de sus derechos laborales y sociales, ya que por largo tiempo se ha legitimado la discriminación y una serie de violencias extremas como la trata de personas (incluso de menores), situaciones de esclavitud o la privación de libertad.

Una suma de violencias que continúan reproduciéndose, por lo que está pendiente en nuestro país que se haga efectiva el reconocimiento y la puesta en marcha de estos derechos, para garantizar un trabajo digno y decente.

Por todo ello, Marcelina invita a la sociedad civil y personas trabajadoras del hogar a que se sumen a las campañas, para continuar haciendo énfasis en la lucha laboral.